Sr. Director,
Pareciera que finalmente las mujeres lograrán que les sea reconocido su tantas veces postergado legítimo derecho de igualdad frente al hombre, que las proteja de la violencia de género en cada uno de los aspectos de la vida. Tal como sucede en muchos aspectos que hacen a la vida en sociedad, en este también aparecen quienes llevan las cosas a un extremo. Para estos, cualquier galantería o gesto es condenable y el autor un criminal. Así de estrecho es el margen de tolerancia. La paradoja es que buena parte de aquellos que practican ese fundamentalismo no tienen inconveniente en justificar la muerte del más débil por el más fuerte, de aquel que no tiene voz por parte del que puede reclamar por sus derechos e intereses, del inocente de toda culpa. Por este camino el aborto termina siendo el principio de la muerte de los principios éticos fundamentales que colaboraron en llevar a nuestra especie de la barbarie a una sociedad en las que todos deberían tener los mismos derechos, hayan nacido o estén por nacer.
Carta enviada el 12/03/18
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