Señor Director:
La decisión del presidente Javier Milei de designar a un militar al frente del Ministerio de Defensa, por primera vez desde el retorno de la democracia en 1983, constituye un cambio de paradigma tan histórico como necesario. En un escenario global y regional cada vez más turbulento, el Gobierno acierta al garantizar que la conducción de la defensa nacional cuente con una formación técnica, operativa y estratégica sólida, imprescindible para proteger eficazmente la vida y los bienes de los argentinos.
El Teniente General Carlos Presti, con su bien ganado prestigio y una trayectoria intachable de más de 37 años como oficial del Ejército, aportará una visión profesional que ningún funcionario civil —por mejor asesorado que estuviera— podría igualar. La realidad es que la experiencia en el terreno y el conocimiento profundo de la idiosincrasia castrense no se aprenden en un escritorio; se viven.
Lamentablemente, durante décadas hemos visto desfilar gestiones civiles que, en su gran mayoría, arribaron al cargo con un desconocimiento absoluto de la materia o, peor aún, con sesgos ideológicos que solo lograron sumir a nuestras Fuerzas Armadas en la obsolescencia y la escasez de material. Hoy, al fin, podemos mirar hacia el futuro entendiendo a la Defensa no como un gasto, sino como la herramienta fundamental para asegurar la paz mediante una capacidad de disuasión creíble. Celebro la valentía del Presidente y le doy la bienvenida al nuevo ministro.